9 de Abril, por la memoria de las víctimas de Violencia Sindical en el Marco del Conflicto Armado Interno de Colombia
Por Emma Julieth Avila Garavito[1]
El 9 de abril se conmemora en Colombia el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, establecido así en la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras particularmente en su artículo 142[2]. Esta fecha de conmemoración tiene como principal objetivo hacer un llamado a la memoria, y más allá que recordar los hechos de los casi 10 millones de colombianas y colombianos que enfrentaron hechos victimizantes, buscar tejer los relatos de las historias para dignificarlas y buscar que estos hechos no se repitan.
En este contexto, queremos conmemorar también la vida y la lucha de las personas que fueron víctimas del conflicto por el hecho de ejercer sus labores sindicales. Hombres y mujeres que asumieron las luchas obreras y cuyas proclamas trascienden la garantía de derechos laborales enarbolando las banderas por la educación, la salud y la paz. Y aunque el trabajo sindical representa un riesgo en cualquier parte del mundo, en un país cuyo conflicto armado tiene tan profundas causas económicas y políticas, el ejercicio sindical se ha convertido en un trabajo de alto riesgo.
A nivel histórico, la violencia antisindical tiene un hecho capital conocido como la Masacre de las Bananeras en 1928 en la cual el ejercito colombiano asesinó a más de mil huelguistas, quienes eran trabajadores de la United Fruit Company[3]. Luego con el surgimiento del Frente Nacional se profundizó la represión a las huelgas obreras por parte de los agentes del Estado. Para la década de 1980 creció la estigmatización a sindicalistas tildándoles de subversivos y relacionándolos con los grupos guerrilleros. Tras la consolidación de los grupos paramilitares, la persecución y exterminio fue mucho mayor hostigando y debilitando las bases obreras quienes además se opusieron de manera importante a la neoliberalización de la economía que se dio con la apertura económica de los años 90.
Estos hechos históricos que claramente enmarcan la violencia antisindical en una persecución persistente, sistemática y selectiva, es tan relevante que la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad CEV, junto a las centrales obreras, construyó el Informe de Caso titulado: “Verdades inaplazables: violencia antisindical en el marco del conflicto armado colombiano”[4]. En este informe de más de 300 páginas se recolectan los relatos, cifras y hechos a los cuales fueron sometidas más de 12.000 personas por su ejercicio sindical a través de amenazas, desplazamiento forzado, tortura y, por supuesto, homicidios. Cabe mencionar que en estos hechos las mujeres han sufrido de manera diferencial la violencia antisindical con hechos ligados a la violencia sexual.
Con la investigación adelantada por la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad CEV y la presión de las centrales de trabajadores, se logró que en 2023 se diera el reconocimiento como Víctima Colectiva al Movimiento Sindical colombiano lo cual puede aportar a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición ante estos hechos. De esta manera, a la larga lista de demandas del sindicalismo ahora se suma la tarea de velar por la reparación colectiva con hechos como: el reconocimiento y dignificación del trabajo sindical, el apoyo psicosocial a las compañeras, compañeros y familiares de las personas asesinadas y desaparecidas, y las garantías para la defensa de los derechos humanos y laborales sin persecución ni hostigamiento, elementos con los cuales podremos hablar de la paz toral con memoria y dignificación de las víctimas.